Con el aire fresco de cosas cotidianas
se me llenan los pulmones de sonrisas.
Sonrío
al ver el gato negro salir
de entre las flores azules de la ipomea.
Sonrío
al ver que el gorrión les disputa
la comida a las palomas
y alza el vuelo con la miga de pan
hacia una rama.
Sonrío
al ver que en tronco talado
la vida empuja y brota
con su verde ternura.
Sonrío
al ver que la adelfa
vuelve a escapar hacia la calle
entre las rejas de un jardín privado,
rebelándose contra el inútil castigo
de la última poda.
Y, de vuelta a casa,
Sonrío
al ver un mensaje con tu firma
escrito en el cristal de mi ventana.
Noviembre, 2012
Me parece un poema de una gran belleza, Fany, que expresa un estado de comunicación, de receptividad...
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta que te hayas detenido en este poema tan sonriente que estaba esperando palabras amigas para volver a sonreír.Y eso he hecho yo cuando "he visto tu nombre escrito en el cristal de mi ventana".
ResponderEliminarGracias, Pere.
Un abrazo sonriente.