Tengo en la mente un motivo
que humedece mis ojos.
Tal vez es el mismo
que alienta tus silencios.
Cada uno en su orilla,
cada uno en su hamaca,
sin saber acercarse.
Seres en dirección contraria
como los vientos...
Tengo en mi mente
un dolido monólogo
con el ir y venir de tu oleaje,
mientras escribo en la arena
un nombre que el viento borra.
Escribo,entonces,un poema en el aire
empapado de sed de ese secreto
que jamás me dejarás amar.
Tenía sed allí, en la otra orilla
del mar que tú contemplas.
Tenía sed, mucha sed,
pero el agua era salada...
23 de noviembre, 2013
Es cierto lo que dices al final del poema, "tenías sed y había agua, pero ésta era agua salada..."
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rafael.Me alegro de tu visita y su huella.
ResponderEliminarUn abrazo.
leí en detalle tu linda poesía y está llena de angustia bien transmitida. Me gustó mucho Fanny......
ResponderEliminarEs bueno tener sed cuando el agua es potable, pero no siempre es así.Gracias por tu detallada lectura y por sentir lo que deseo expresar en el poema. Aprecio la sensibilidad que hay en tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Impresionante, Fanny. Un poema que estremece, que hace llegar la sed a la garganta, la incomunicación y la desesperanza al alma, y me obliga a releerlo para abarcarlo en toda su grandeza y profundidad.
ResponderEliminarMi felicitación.
Ten por seguro que siempre me tendrás como lector.
Permíteme un abrazo.
Celeste
Gracias por este sentido comentario, Celeste. Me encanta tenerte de lector, además de tu forma de desmenuzar mis poemas penetrando en sus significados.
EliminarMuy agradecida.
Un abrazo.