No me duele el castillo
que derriban las olas.
No me duele la espuma
desvanecida en la orilla.
Ni me duele que al sol
lo secuestren las nubes,
y tampoco las flores
marchitas por la helada.
Ni siquiera me duele
haber dejado de ser joven
y que, a veces, me duela la rodilla.
Pero tú...
¿Qué eres tú
para que tanto me duelas?
Septiembre, 2013
Ese tú, tan bellamente expresado, sin duda ¡Es el amor!
ResponderEliminarBesos.
André.
¡Cómo lo sabes, André!...Porque en tus versos se nota que has amado mucho y que, en su ausencia, te duele.
EliminarGracias por tu visita y comentario. Me alegras la tarde.
Un abrazo
Fanny
De lo sublime a lo humilde. Muy bello, Fany.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro de encontrarte por aquí. Las palabras amigas alivian las dolencias.
EliminarGracias, Pedro.
Un abrazo.
Duele el amor, sí; sobre todo cuando no es correspondido o si por alguna causa está en peligro.
ResponderEliminarTus poemas, en los que mezclas sentimientos hacia la Naturaleza y hacia las personas, tienen un algo especial que me encanta.
Te sigo leyendo.
Saludos.
Pues yo, encantada de que me sigas y de que me digas qué es lo que te gusta de mis poemas y que no te gusta, porque eso me hace reflexionar.
ResponderEliminarObservo ,en los blogs, que los comentarios nunca dicen si algo no termina de convencer, o sugerir mejoras. Ignoro si no es propio de los blogs, aunque a mí me gustaría oír todas las opiniones y sugerencias.
Un afectuoso saludo.