Me duelen los oídos
de escuchar tu silencio.
Se resecan mis manos
por la ausencia de tu cuerpo.
Se agrietan mis labios
de la sed que me causas.
Se fatigan mis ojos
de mirar y no hallarte.
Solo como fantasma consientes
tu presencia.
Llegas, te haces dueño de mi
noche…
y todo es posible entre
nosotros.
¡Ay, fantasma de mis sueños!
¡Cómo sin ser nada, a veces
lo eres todo
y sangra en la noche la llaga
abierta
de una pasión a la deriva!
¿Adónde ir que no te
encuentre
hurgando en mi memoria?
Dime, amor:
¡Qué hago con estas ganas
locas
de enredarme en tu sábana!
Agosto,2012
Sorprendente y espléndido final.
ResponderEliminarDespués del desahogo emocional por la ausencia de quien se añora,y del reconocimiento de "una pasión a la deriva"...
sorprendes con una franca y directa declaración de amor, impregnando de sensualidad el poema.
Saludos.
Es que ¿qué se puede desear con un fantasma, fiel a los sueños de uno, sino enredarse en la sábana?...
ResponderEliminarA los fantasmas hay que hablarles claro, si no, es posible que no se enteren.
Aprecio tu comentario. Gracias por detenerte en el poema.
Saludos.
¡Que' lindo y que' expresivo tu poema! Me gusto'.
ResponderEliminarEs cierto...a los fantasmas hay que hablarles claro! No creas ,Sinri, a veces escuchan y se enteran ,pero se hacen los desntendidos. ¿Que' tú crees?
ja,ja.
saludos.
SyA
Yo creo que, con tanta sábana,tropiezan, ven y oyen poco y los mensajes les llegan algo distorsionados.Y si se hace el desentendido es que ese fantasma "sabe latín"; ha perdido la inocencia que debe tener todo fantasma que se precie de serlo.
EliminarBueno, Nariac, casi escribimos un microrrelato entre las dos. Gracias por hacer posible esta divagación.
Un afectuoso saludo.