A mi amigo virtual Pepe Herrera
Con sencillez risueña me confiesas
que acentos diacríticos y homófonos
son los fantasmas que te acechan
cada vez que te pones a escribir.
Disparas preguntas mezcladas
con sonrisas convictas, sobre cuándo
se acentúa el dónde, cómo y el porqué.
Y descubro, en tu tardío deseo de aprender,
acentos que trascienden la materia.
El ansia de saber que te ennoblece
despeja los prejuicios del orgullo.
¡Corrígeme! -me pides con risa contagiosa-
y a poema me suena tu demanda.
Descubro en tus manos artesanas
la dulce suavidad de una caricia,
en tus palabras, la semántica del alma,
y en tu pensar profundo, otros acentos
que no están en los libros de gramática.
Si has de olvidar algún acento,
cuida que no sean los del alma.
Esos que definen tu persona
te pido, por favor, que no los pierdas.
9 de febrero,012
Me parece un poema original y tierno; un elogio al interés por aprender a cualquier edad y una valoración de otros acentos que no se estudian en los libros de gramática.
ResponderEliminarPoético, original y sensible.
Saludos
Gracias, Inés.
ResponderEliminarMe pareció que el interés por aprender cuando ya no se está en edad escolar, merecía un poema, sobre todo en un momento en que la gente escribe y publica con manifiesta incorrección, sin darle importancia.
Un afectuoso saludo.